Al principio, Emma no tenía idea de lo que había traído a casa desde el lago. Había especulado que podría ser un huevo, pero el pez que lo había puesto debía haber sido enorme y un animal tan grande no podía vivir en el lago sin que nadie lo supiera. Emma decidió mostrárselo a un experto para tratar de descubrir la verdad. Pero el experto se sorprendió cuando ella le mostró el «huevo»…
Emma inmediatamente vio cambiar la expresión amistosa del biólogo marino cuando le mostró lo que había encontrado en el lago local… Habían hablado sobre el hallazgo por teléfono, pero solo después de que el experto lo vio en persona entendió con qué estaba lidiando.