Esta camarera de buen corazón de Canadá alimentaba a un indigente todos los días, si importar lo que pasara. Tenía un gran corazón y no podía soportar ver a este hombre pasándolo tan mal.
Para ella, darle comida era sólo un pequeño gesto, pero para el hombre tenía grandes consecuencias. Porque cuando la camarera vio quién era realmente el hombre, ¡no podía creer lo que veían sus ojos!