En una remota península del noroeste de Rusia, los científicos llevan décadas perforando hacia el centro de la tierra, lo cual tiene a todo el mundo verdaderamente en una intriga constante.

A más de 12.000 metros, su perforación es la más profunda a la que ha llegado el hombre. Pero entonces ocurre algo inesperado y los investigadores se ven obligados a cerrar su experimento para siempre.

La naturaleza humana

No es de extrañar que el ser humano se sienta fascinado por lo que hay debajo de la superficie de la Tierra. Pero desde que se envió el primer satélite artificial al espacio en 1957, los seres humanos también se han encaprichado en mirar hacia arriba para descubrir los secretos de las estrellas.

Y ahora, con la ayuda de las agencias espaciales mundiales y las empresas privadas, sabemos más que nunca sobre el universo. Pero mientras seguimos mirando al cielo con asombro, ¿estamos pasando por alto otro mundo igualmente misterioso en la Tierra?

Lo que sabemos

Sorprendentemente, algunos creen que nuestro conocimiento del espacio es ahora mayor que nuestra comprensión de lo que existe bajo la superficie de la Tierra, lo cual nos genera muchas preguntas.

Y si bien mucha gente conoce la carrera espacial que se llevó a cabo entre Estados Unidos y la URSS durante la Guerra Fría, pocos recuerdan la batalla igualmente fascinante por conquistar nuestro mundo subterráneo.

La competencia

A partir de finales de la década de 1950, equipos de científicos estadounidenses y soviéticos que competían entre sí comenzaron a organizar elaborados experimentos destinados a penetrar en la corteza terrestre.

Esta densa corteza, que se cree que se extiende hasta 50 kilómetros hacia el centro de nuestro planeta, acaba dando paso al manto, la misteriosa capa interior que constituye un asombroso 40% de la masa de nuestro planeta.

EU iba adelante

En 1958, Estados Unidos tomó la delantera con el lanzamiento del Proyecto Mohole. Situado cerca de Guadalupe, en México, la operación vio cómo un equipo de ingenieros perforaba el lecho del Océano Pacífico hasta una profundidad de más de 600 pies.

Sin embargo, ocho años más tarde se cortó su financiación y el Proyecto Mohole fue abandonado por completo. Los estadounidenses nunca lograron llegar al manto terrestre desafortunadamente.

Los soviéticos

A continuación, llegó el turno de los soviéticos. Impacientes, con hambre de descubrir lo que se encontraba en el centro de la tierra comenzaron a realizar diversos proyectos de gran dimensión.

El 24 de mayo de 1970, un equipo de investigadores comenzó a perforar la tierra bajo el distrito de Pechengsky, una región poco poblada de la península rusa de Kola. Su objetivo era sencillo: penetrar lo máximo posible en la corteza del planeta.

Los objetivos

Además, los soviéticos pretendían alcanzar una profundidad de unos 49.000 pies bajo la superficie de la Tierra, lo cual era considerada como una verdadera locura por los americanos.

Y, utilizando un equipo especializado, los investigadores comenzaron a excavar una serie de pozos que se bifurcaban a partir de una única cavidad principal. Pero mientras ellos descendían poco a poco, los buscadores de Estados Unidos habían hecho sus propios progresos.

Buscando petróleo

En 1974, la empresa Lone Star Producing Company realizaba diversas perforaciones en busca de petróleo en el condado de Washita, al oeste de Oklahoma. Esto no parecía nada extraño para la época.

En el proceso, la empresa creó el “agujero Bertha Rogers”, una maravilla hecha por el hombre que llegó a más de 31.400 increíbles pies, o casi seis millas, bajo la superficie de la tierra.

Sin resultados

Aunque Lone Star no encontró lo que buscaba, su esfuerzo siguió siendo el agujero más profundo del planeta durante otros cinco años, esperando a los próximos aventureros a romper ese récord.

Entonces, el 6 de junio de 1979, una de las perforaciones de Kola, bautizada como SG-3, pulverizó el récord. Y en 1983, el agujero, de apenas nueve pulgadas de ancho, había recorrido la asombrosa cifra de 39.000 pies dentro de la corteza terrestre.

El logro

Una vez alcanzado este hito, los investigadores de la península de Kola dejaron de utilizar temporalmente las herramientas, lo que si lo piensas, podría parecer un poco extraño luego de lograr tal azaña.

Durante 12 meses, interrumpieron los trabajos en el pozo para que varias personas pudieran visitar el fascinante lugar. Sin embargo, cuando se reinició el experimento al año siguiente, un problema técnico obligó a detener la perforación.

Un gran logro en verdad

Y lo que es más impresionante, se preveía que el pozo alcanzaría su objetivo de 49.000 pies ya en 1993. Esto fue considerado un logro de una magnitud enorme para esa época en especial.

Pero algo inesperado acechaba bajo la remota tundra rusa. Y extrañamente, a medida que la perforación se acercaba más y más al centro de la Tierra, se produjo un cambio completamente inesperado.

El calor

Durante los primeros 3.000 metros, las temperaturas en el interior del pozo se ajustaban más o menos a lo que los investigadores esperaban encontrar. Sin embargo, a partir de esa profundidad, el nivel de calor se disparó mucho más rápido.

Y cuando la perforación empezó a acercarse a su objetivo, el pozo se había calentado hasta la friolera temperatura de 180 °C (356 °F), nada menos que 80 °C (176 °F) más de lo previsto.

Rocas densas

Pero eso no fue todo. Además, los investigadores descubrieron que la roca a esas profundidades era mucho menos densa de lo que habían imaginado. Como resultado, reaccionaba con las altas temperaturas de forma extraña e impredecible.

Así que, sabiendo que su equipo no duraría en esas condiciones, el equipo de Kola abandonó el proyecto. Para entonces, era 1992, 22 años después de que se iniciara la perforación.

Fósiles

Sin embargo, los investigadores pudieron aprender algunas cosas fascinantes antes de sellar lo que se ha denominado el pozo superprofundo de Kola. Por ejemplo, a unos seis kilómetros de profundidad, descubrieron diminutos fósiles de plantas marinas.

Estas reliquias estaban increíblemente intactas, teniendo en cuenta el tiempo que habían pasado encerradas bajo varios kilómetros de roca, que se creía que tenía más de dos mil millones de años.

Otro descubrimiento

Sin embargo, se hizo un descubrimiento aún más emocionante en los extremos del pozo superprofundo de Kola, algo que podría cambiar el curso de toda la investigación que llevaban a cabo.

Mediante la medición de las ondas sísmicas, los expertos habían predicho previamente que la roca bajo nuestros pies cambia de granito a basalto a unos tres o cuatro kilómetros bajo la superficie. Sin embargo, pronto descubrieron que no era así, al menos en la península de Kola.

La conclusión

En cambio, los investigadores sólo encontraron granito, incluso en el punto más profundo de la perforación. Finalmente, pudieron concluir que el cambio en las ondas sísmicas era el resultado de diferencias metamórficas en la roca, en lugar de un cambio a basalto.

Pero tampoco era eso. Sorprendentemente, también descubrieron agua corriente a varios kilómetros bajo la Tierra, a profundidades en las que nadie preveía que pudiera existir agua.

Los especialistas

Pero aunque algunos comentaristas entusiastas han saltado sobre este descubrimiento de agua subterránea como prueba de inundaciones bíblicas, se cree que este fenómeno es más bien el resultado de una fuerte presión que forzó la salida de átomos de oxígeno e hidrógeno de la roca.

Después, las rocas impermeables hicieron que el agua recién formada en esta sección quedara atrapada bajo la superficie. Algo bastante loco, si nos ponemos a pensar un poco sobre ello…

Cerrando el hoyo

El momento del cierre del pozo superprofundo de Kola coincidió con la caída de la Unión Soviética, y en 1995 el proyecto se cerró definitivamente, concluyendo así otra parte de la historia.

En la actualidad, el emplazamiento está catalogado como un peligro para el medio ambiente, aunque los visitantes aún pueden ver algunas reliquias del experimento en la cercana ciudad de Zapolyarny, a unos diez kilómetros de distancia.

El récord continua

De manera impresionante, los investigadores aún no han superado su récord, lo que significa que el pozo sigue siendo el punto más profundo del planeta hecho por el hombre. Sin embargo, la carrera hacia el centro de la Tierra aún no ha terminado.

En los océanos del mundo, las plataformas de perforación del Programa Internacional para el Descubrimiento de los Océanos siguen ahondando en las profundidades del fondo marino, luchando contra equipos defectuosos y temperaturas extremas para descubrir qué secretos esperan ser revelados.

No siempre se busca lo mismo

Sin embargo, no todos los viajes bajo las olas son un intento de llegar al centro de la Tierra. Por ejemplo, en una inmersión literal en lo desconocido, un sumergible de dos hombres se dejó caer en las frías aguas de la Antártida en una misión de descubrimiento.

¿El objetivo de los tripulantes? Adentrarse bajo las olas cerca del Polo Sur como ninguna otra expedición en la historia de la humanidad lo había hecho antes. Y lo que descubrieron allí abajo es una visión increíble de un mundo que nadie había visto antes.

Todo planeado

Sin embargo, no fue un plan improvisado. De hecho, se dedicaron dos años de cuidadosa investigación para encontrar el momento y el lugar perfectos para realizar la monumental inmersión.

Y hay una muy buena razón para ello. Sabemos más sobre otros planetas de nuestro sistema solar que sobre el fondo oceánico de la Tierra, ya que no se puede acceder a él muy fácilmente.

Marte

De hecho, hemos conseguido cartografiar la superficie de Marte con más detalle que el suelo de los mares que nos rodean, lo que si bien es muy impresionante, también es un poco preocupante.

Para ponerlo en perspectiva, la distancia media entre Marte y la Tierra es de 140 millones de millas. En cambio, la profundidad media del océano es de poco más de 12.000 pies, es decir, unos tres kilómetros.

No fue fácil

Pero si crees que eso hace pensar que la inmersión bajo la Antártida fue una operación sencilla de llevar a cabo, estás muy equivocado. Esto fue el resultado de grandes mentes trabajando juntas.

Para empezar, los científicos tuvieron que determinar el mejor lugar para realizar el descenso. Finalmente, eligieron un lugar llamado “Callejón de los Témpanos”, y la zona ha recibido ese nombre sin una buena razón.

Un canal

El callejón en cuestión forma un canal cerca de uno de los puntos más septentrionales de la Península Antártica. Se trata de un tramo de mar rodeado de inmensos trozos de hielo movedizo.

Algunos de estos trozos tienen el tamaño aproximado de un vehículo de motor, mientras que otros cubren media milla cuadrada. Por ello, el mero hecho de situar el barco que transportaba el sumergible en el lugar adecuado supuso un enorme desafío.

Un juego

La búsqueda de la tripulación para zarpar hacia lo desconocido también ha sido registrada en un documental. Y, según el productor ejecutivo James Honeyborne, hubo algunos escollos en el camino, ya que dijo a la BBC que atravesar el Callejón de los Témpanos fue como “un juego gigante de Space Invaders”.

Pero no fue sólo llegar a la posición correcta lo que planteó problemas al equipo; hubo otros factores en juego que también dificultaron esta misión de una manera que no estaban acostumbrados.

El descenso

Por un lado, el equipo no estaba seguro de cómo iban a funcionar los submarinos que pretendían utilizar bajo la presión de las aguas profundas. Pero esas preocupaciones se desvanecieron cuando empezaron a descender a 3.000 pies de profundidad.

¿Por qué? Pues porque bajo las olas descubrieron un asombroso ecosistema de extrañas criaturas, entre ellas una a la que pusieron el nombre de un componente clave de la serie de películas Star Wars.

Criaturas de otro mundo

Y aunque la vida por encima de las olas de la Antártida es dura e implacable, debajo de ellas hay una enorme abundancia de criaturas marinas bastante extrañas, casi de otro mundo.

“En un metro cuadrado hay más vida en las profundidades de la Antártida que en los arrecifes de la Barrera de Coral de Australia”, dijo a LADbible un miembro del equipo de buceo, Mark Taylor. Pero hay una serie de razones increíbles para ello.

Nieve marina

Por ejemplo, la nieve marina que los investigadores vieron bajo la Antártida era, según el Dr. Jon Copley, de la Universidad de Southampton, “más gruesa de lo que ha visto en cualquier otro lugar de los océanos del mundo”.

Pero, no podemos más que preguntarnos: ¿qué es la nieve marina y por qué es tan importante para la vida en el fondo marino? Bueno, te lo explicaremos con la siguiente imagen.

¿Qué es?

En esencia, la nieve marina no es mas que materia orgánica que fluye desde la parte superior del océano hasta el fondo, generando esta especie de sensación como si estuviera nevando.

Es una fuente de alimento enormemente importante para las criaturas que viven en las profundidades, ya que transfiere nutrientes y energía de las partes del mar que reciben luz solar a las zonas del océano que no la reciben.

Alimento

Sin embargo, hay otra fuente de alimento crucial en las aguas profundas del Antártico: la caca de krill. El krill es un crustáceo diminuto que vive en todos los océanos del planeta y desempeña un papel importante en ellos.

En concreto, sus excrementos convierten el fondo marino en un hábitat fangoso perfecto para la vida. Y la vida que prospera en esa zona es una de las más extrañas que se pueden ver.

La estrella solar

Una de las criaturas más extrañas que el equipo descubrió se conoce como estrella solar del Antártico, aunque los investigadores le dieron un nombre mucho más siniestro. La etiquetaron como Estrella de la Muerte, y con razón.

El animal, cuyo nombre en latín es Labidiaster annulatus, es un pariente de la estrella de mar común; sin embargo, es lo que podríamos llamar una bestia mucho más extraña que su homólogo.

Muchos brazos

Para empezar, tendríamos que mencionar que la Estrella de la Muerte puede tener hasta 50 brazos y puede llegar a ser más grande que un tapacubos, lo que es de verdad impresionante.

Además, la piel de sus brazos está cubierta de pequeñas pinzas, y si algo las toca se cierran. La mayoría de las veces, la desafortunada víctima es un krill que pasa por allí. Y hay algo más que es extraño en esta estrella solar.

Algo diferente

Mientras que los peces son los depredadores dominantes en los demás océanos del mundo, la estrella de la muerte es un ejemplo de lo diferentes que pueden ser las cosas en la Antártida.

Como el agua del Polo Sur es tan fría, pocos peces pueden sobrevivir allí. Esto significa que los invertebrados, como la estrella solar antártica, están en la cima de la cadena alimentaria.

Una extraña ventana

Además, bucear en la Antártida es esencialmente como asomarse a una extraña ventana que muestra cómo era la vida en los mares mucho antes de que la humanidad pisara la Tierra.

“Son los animales sin columna vertebral los que dominan y los que dominan como depredadores”, dijo el Dr. Copley. “Y así eran los océanos hace más de 250 millones de años”.

Pez dragón

Otra extraña criatura que vive en el océano Antártico es el pez dragón de hielo, o Cryodraco antarcticus, que se ha adaptado de manera extraordinaria para sobrevivir en las condiciones increíblemente frías.

Por un lado, su sangre contiene proteínas que actúan como anticongelantes para evitar que se congele. Además, esa sangre es transparente, ya que no necesita la hemoglobina que tenemos los humanos para transportar el oxígeno por su cuerpo.

El Dr. Copley

Sin embargo, la misión emprendida por el reconocido Dr. Copley y sus colegas no consistía únicamente en ver por primera vez extrañas criaturas en su hábitat natural justo en el fondo del océano.

Una mejor comprensión de cómo sobrevive la vida en el Océano Antártico también podría desempeñar un papel clave en los esfuerzos de conservación en curso en el Polo Sur y sus alrededores.

Los estudios

“En estas inmersiones, observamos la vida cotidiana de los animales de las profundidades antárticas, lo que nos ayuda a comprenderlos mucho mejor que el estudio de los especímenes recogidos por las redes o las redes de arrastre de los barcos”, explicó el Dr. Copley a la BBC.

“Y todos estos descubrimientos nos están  ayudando a investigar cómo nuestras propias vidas están conectadas con este entorno remoto pero frágil, lo que nos ayuda a responder muchas preguntas”.

Un misterio

Incluso las partes que se consideran más accesibles de los océanos siguen siendo una especie de misterio, aunque el Dr. Copley espera que esta expedición pueda contribuir a cambiar eso.

“Enviar a la gente a un kilómetro de profundidad en el océano alrededor de la Antártida por primera vez demuestra que ya no hay ninguna parte de nuestro planeta azul que sea inaccesible para nosotros, si podemos encontrar la voluntad de ir allí”, añadió.

Un largo camino

Y más allá del alcance de las revelaciones científicas y de una mejor comprensión de nuestro propio mundo, hay quizás algo aún más profundo en ir a un lugar tan difícil de alcanzar.

“Lo que estamos haciendo ahora es exploración en su sentido más puro”, afirmó el Dr. Copley. “Si todos compartimos la exploración de nuestro planeta, entonces… todos nos sentiremos involucrados en su administración para el futuro”.