Cada semana, una anciana de 88 años iba al mismo restaurante a cenar. Ella siempre estaba sola y ordenaba la comida especial del día. Era una salida que siempre esperaba con ansias…
Conocía a todo el personal y todos hablaban con ella mientras disfrutaba de la comida.Pero la última vez que estuvo en el restaurante, se comportó muy extraño. Estaba nerviosa en la cena y no quería hablar con el personal.